El compañero de clase de Ikeda-kun  

Mona Sadhwani  

Hace muchos años unos amigos me invitaron a cenar, querían que les ayudara a hacerle shakubuku a un amigo de ellos. Deseaban de verdad que el Sr. Y — así lo llamaré de ahora en adelante — invocara Nam-Miojo-Renge-Kyo porque le habían diagnosticado cáncer.  

El Sr. Y era un caballero japonés encantador que debía tener unos 60 años. La cena resultó muy agradable y, entre bromas y risas me contó  de su familia, de su éxito en los negocios, y de su deliciosa casa de vacaciones y yo le hablé de mi vida, de budismo, y de Ikeda Sensei. 

 El Sr. Y fue muy cortés y tras escucharme con atención me dijo mirándome a los ojos: "Entiendo lo que siente por Ikeda Sensei. Para usted es un gran hombre y veo el respeto y la admiración que siente hacia su persona y su obra. Sin embargo, lamento informarle que él no es la persona que usted cree. Se lo digo porque lo conozco muy bien, fuimos compañeros de clase durante muchos años. Es imposible que haya hecho todo eso  que usted dice. Verá, en nuestros años de escuela no tenía muchos amigos porque siempre estaba enfermo, faltaba mucho a clases y cuando venia era muy callado y se sentaba en las últimas filas a leer. En otras palabras, era el típico empollón. Como yo era el líder de la clase y el capitán de los deportes, trataba de animarlo para que participara más, pero era muy débil para hacerlo. Ya ve lo bien que lo conozco, el Ikeda-kun (kun es un sufijo que va al final del nombre y se utiliza para referirse a los jóvenes) que conocí, no puede ser el Ikeda Sensei que usted describe."  

Le agradecí la información y dijo muy sorprendido. “¿Cómo que gracias? Le he contado muchas veces esto a gente de la Gakkai y siempre me lo han discutido y usted se queda tan tranquila tomando su sake y me dice gracias” . 

"Ikeda Sensei cuenta en “La Revolución Humana lo enfermo que estuvo de joven y lo que usted me cuenta — le dije —  prueba que no es un mentiroso. Más aun, lo que usted me  cuenta es la prueba  del poder del Gohonzon. Si un hombre como Ikeda-kun pudo transformarse en Ikeda Sensei, qué no podría lograr Y-Kun, el lider de clase . Muy a menudo la gente critica a Sensei o a la organización olvidando que si nos convertimos al budismo fue porque deseábamos ser felices y porque el Gohonzon y Nam-Miojo Rengue-Kio tienen el poder de transformarnos y cambiar nuestro karma. Por lo que usted me ha contado Sensei cambió su karma de verdad y también hizo mucha revolución humana. Por más que quiera no me lo imagino arrinconado en la última fila. Usted acaba de darme una esperanza enorme en mi propio poder de lograr cosas y de transformarme. Respeto a Sensei porque me ayuda a mantener viva la llama de mi fe, porque al fin y al cabo sólo mi daimoku (entonar Nam-Miojo-Renge-Kyo) y el Gohonzon pueden cambiar mi karma. Y aunque le haya dado las gracias, recuerde que usted también puede hacer su revolución humana entonando Nam-Miojo-Renge-Kyo."  

Despedimos la velada con la intención de volver a vernos, el señor Y me invitó a su casa de vacaciones  y yo le prometí visitarle. Regresé a casa y canté daimoku para encontrar la manera de hacerle shakubuku al Sr. Y. Hasta se me ocurrió la posibilidad de encontrarme con todos los ex compañeros de Sensei y hacer lo mismo con ellos. Pero desafortunadamente las cosas no sucedieron así. Antes de que pudiera tener la oportunidad de visitar al Sr. Y, su enfermedad se agravó y murió. Mis amigos me contaron que las últimas palabras que pronunció fueron "Nam-Miojo-Renge-Kyo, Nam-Miojo-Renge-Kyo, Nam-Miojo-Renge-Kyo."  

(Traducción y edición de María Serrano-López y Angie Caperos) 

  
 
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