Los Cazadores de Pescado 

por Rosana Liera

Aunque crecí en Italia y soy hija de italianos, nací en Argentina durante la dictadura. A los veinte años rompí con mis padres por la violencia familiar y la falta de respeto a mi persona como artista y como mujer. Por poner un ejemplo, mis padres no incentivaban mi pasión artística al punto de no dejarme pintar, aludiendo que nunca me ganaría la vida con mi arte. Incluso, aseguraban que las mujeres no eran inteligentes ni para conducir un coche.

En vista de mi gran sufrimiento y buscando una vida mejor, decidí viajar por diferentes ciudades de Europa. A la par que enfrentaba la realidad y buscaba la manera de ganarme la vida, ahogaba mi sueño de ser yo misma y de poner en uso mis habilidades artísticas. Entre un empleo y otro, trataba de liberarme de mi infelicidad trabajando como voluntaria en una organización dedicada a plantar árboles en África. Pero nada podía llenar mi vacío. La primera vez que pronuncié “Nam Mioho Rengue Kio” (Daimoku) fue con una amiga en Italia, pero no llegue a entonarlo, tan sólo lo repetí algunas veces.

En octubre de 1999 decidí escuchar mi corazón y luchar por mi sueño. Para mi esta era la última posibilidad de encontrar una escuela en cualquier parte del mundo que me ofreciera una oportunidad. Finalmente me gané una beca para estudiar cine de animación en Francia.

Y fue en Francia donde comencé a entonar daimoku día y noche frente a mi soledad y a las toneladas de dificultades que atravesaba. En aquel entonces no sabía nada de la práctica, de la filosofía budista, ni de la Soka Gakkai Internacional (SGI); así que pasé diez meses solucionando problemas completamente sola a fuerza de daimoku.

En agosto del 2000 regrese a Italia a buscar a la amiga que me había enseñado Nam Mioho Renge Kio para decirle que quería ser budista. Quería cantar por el resto de mi vida y quería preguntarle lo que necesitaba para recibir el Gohonzon. Quería saber dónde podía “comprar” uno.

Ella sonrió y me presento a la organización, y fue así como comencé a practicar en Italia el 22 de agosto del 2000 y en dos días aprendí a recitar el Sutra (Gongyo) tal y como lo hago hoy.

En octubre del mismo año volví a Francia donde contacté a un grupo budista. En aquel entonces en Francia no se podía recibir Gohonzon sin tener al menos nueve meses de práctica correcta, pero mi determinación y mi fe eran tan fuertes que rompieron las reglas y el 10 de diciembre recibí Gohonzon después de dos meses de practicar en la Soka Gakkai de Francia (SGF).

Yo sabía que el Gohonzon era parte de mi vida tanto como lo era el aire que necesitaba para respirar. Esta es sin duda la razón por la qué Nichiren inscribió el Gohonzon para nosotros.

Por primera vez tenía la oportunidad de realizar mi sueño, pero el sufrimiento de siempre en lo profundo de mi vida no me dejaba abrazar esta posibilidad. Mi mejor amiga y orientadora de Kansas me decía para animarme: “Elegimos el lugar donde nacemos, a nuestros padres, y los sufrimientos que tenemos a fin de mejorar nuestra vida en esta existencia. Ya tienes todo lo que necesitas para ser feliz.”

En realidad no entendía, pero como confiaba en ella entonaba daimoku para poder captar la verdadera razón de mi sufrimiento… “Una mente nublada por las ilusiones que se originan en la oscuridad fundamental de la vida es como un espejo sin brillo, pero cuando se pule, se vuelve claro y refleja la naturaleza esencial de todos los fenómenos y el verdadero aspecto de la realidad.” (del Gosho “Sobre el Logro de Budeidad en esta Existencia;”Escrituras del Nichiren Daishonin, volumen 1, p. 4). Finalmente, entendí profundamente todo lo que había vivido desde el momento de mi nacimiento. ¡Todo estaba claro, tenia que usar mi experiencia de vida y mi sufrimiento para hacer una película!

¿En que consistía mi sufrimiento?

De niña me impactaron profundamente todas las formas de violencia del ser humano; sobre todo las de Hiroshima, el Holocausto y la dictadura Argentina. Además me afectaba negativamente mi situación de eterna extranjera, siempre de un país a otro. No podía apreciar que en realidad era una ciudadana del mundo conocedora de otras culturas y capaz de hablar cinco idiomas.

¿Cómo superar mi sufrimiento?

Me inspire en una orientación del presidente Ikeda que recomendaba usar la propia capacidad artística para mejorase a uno mismo y al mundo. Y fue así como en octubre del 2000, al ritmo de un poderoso DAIMOKU, comencé a pintar y filmar diariamente dibujos animados. Llamé a Italia desde Francia y le hice shakubuku a mis padres. ¡Esta vez me apoyaron! (Recuerdo el disgusto de mi padre al no tener más razones para pelear. ¡Ahora tenía que acostumbrarse a mantener un diálogo pacifico conmigo!)

Paralelamente se manifestó mi karma negativo con los hombres. El músico que supuestamente debía crear la música de mi película (un tipo bastante famoso por cierto) se negó a verme y decidió no continuar en el proyecto, después de tres meses de intenso trabajo. Una noticia terrible si tienes tres días para finalizar una película y un productor pidiendo que la entregues.

Tenia que tomar una decisión. Entoné daimoku y encontré un estudio de grabación y una joven talentosa entusiasmada con la idea de trabajar en mi proyecto. Al día siguiente escribí la música y grabamos la percusión y las voces. El resultado fue extraordinario, la música salió magnífica y logré terminar la película en julio del 2001, justo a tiempo para la proyección.

La película se llama “The Fish Hunters” (los Cazadores de Pescado) — Es una metáfora que expresa lo inútil de la guerra. ¿Hay algo más absurdo que buscar peces en el desierto, o pedirle a la gente pobre que de más y más?

Uso la película como puente de acercamiento y para entablar diálogos con la gente. Me han invitado a muchos festivales y conferencias para presentar la película y hablar sobre los procesos de paz. El film se ha exhibido por todo el mundo: Brasil, Teherán, Moscú, EE.UU. y Asia y ha ganado premios en Canadá, Inglaterra, e Italia. 

Pero el logro más sorprendente fue el premio que ganó como “nuevo talento en la animación” en Hiroshima el 22 de agosto del 2002, segundo aniversario de practicar con la SGI.

El presidente Ikeda tiene razón: podemos alcanzar el corazón de muchas personas a través de un diálogo sincero. Francamente no esperaba ganar premios o recibir ningún dinero por mi trabajo, sólo quería pronunciarme contra la violencia.

Hoy mi película está en la filmoteca de Hiroshima y pertenece a la colección de arte animado de mayor prestigio del Japón. Además, se la considera un documento artístico de acción contra la violencia.

Con este cortometraje de seis minutos agradezco, desde el fondo de mi corazón, a mi maestro Daisaku Ikeda por el intenso e incansable trabajo de diálogo de toda su vida para propiciar la felicidad y la paz.

¡Gracias a la Soka Gakkai Internacional, sin su continuo apoyo no hubiera sido capaz de darme cuenta de que podía ganarme la vida con mi corazón! 

Para terminar mi experiencia, me gustaría compartir con ustedes unas palabras de estímulo del presidente Ikeda: 

“El éxito no consiste en acumular más de esto o de lo otro. No se mide en cantidades, significa cambiar la calidad de nuestra vida. La riqueza, el poder, la fama y el conocimiento por si solos no pueden hacerle feliz, no importa cuánto se posea. Tampoco podrá llevárselo consigo cuando muera. Sin embargo, al mejorar la calidad de su vida se habrá acercado finalmente a la verdadera felicidad.”

___________________
The Fish Hunters can be viewed online here
 


Traducida y editada por Maria Serrano-López y Angie Caperos



 

To read this experience in English, go here.